oh baby you got me going
Saturday, February 20, 2010
Monday, February 15, 2010
Thursday, February 11, 2010
Tuesday, February 9, 2010
El Pastor Alemán por Jose Sole
Me avisaron que mi perro esta enfermo del corazón...
El Pastor Alemán
Me desperté, las sábanas me abrazaban como un amante incondicional. Una prostituta que no puede negar acostarse conmigo. Mis ojos batallaban en contra de la luz que entraba por la persiana rota; ellos de escondían detrás de mis párpados que los traicionaban abriéndose de nuevo, me duele la cabeza…
Bajé de la cama con el pie derecho, un hábito que había desarrollado desde niño, un hábito que nunca me trajo ningún beneficio. En el refrigerador la leche esta envuelta en lencería femenina… ¡qué afortunada vaquita!
Caminé hacia el metro, un avispón volaba dentro de mi cabeza y mis ojos me pesaban. Bajé las escaleras y una jovencita de pelo castaño me ofreció antibacterial, lo rechace y entré a las cajas de color naranja. Mis pestañas querían acariciar mis ojeras, las dejé hacerlo… diez y tantos minutos después el sonido proveniente de la mochila de un joven que vendía discos me sacó de mi transe subterráneo, la suerte, tal vez de haberme levantado con el pie derecho, hizo que me despertara justo en la estación en la que comenzaba mi descenso y acenso al mundo real.
Salí de entre unos siete puestos de tacos y pilas para reloj, la ciudad se despertaba conforme yo llegaba a la cárcel para perros. Los canes que habían sido capturados en diferentes partes de la metrópolis esperaban pacientemente, detrás de la malla de metal para ser ejecutados.
Caminé por los largos pasillos tapizados con tristeza, hasta llegar al mostrador, los anuncios de comida para perros, con fotos de canes de razas finas junto a sus apuestos dueños mostraban la falsa realidad de este lugar.
Esperé a que el teléfono sonara, siempre lo hacia a estas horas de la mañana, Sonó, era una mujer… número equivocado. Me senté y por unos minutos me quede viendo la poca luz que entraba por la cortina metálica, esa cortina que el jefe había puesto para evitar que un grupo de ambientalistas quemaran el lugar.
El teléfono sonó de nuevo, otra mujer, esta quería solicitar los servicios de la perrera. Subí al auto de trabajo, era un Tsuru viejo con una reja metálica separando al conductor del asiento trasero. Mi comisión era recolectar a un perro que con su ladrido había despertado a todo un vecindario.
Salí de la perrera, puse uno de mis casetes favoritos en el estéro del coche y me encamine al multifamiliar en donde el animal estaba causando disturbios.
Llegue media hora tarde pues me ví envuelto en un matutino congestionamiento vehicular. El perro seguía ahí, ladrando, junto a el, un lunático aullaba al ser arrastrado por dos uniformados. Bajé del auto, tomé la cuerda amarrada a un palo de escoba y caminé hacia el animal, quien notó mi presencia y me mostró sus colmillos. De pronto el sonido como el de una puerta cerrándose hizo que volteara a ver a los uniformados, estos habían metido al loco a una camioneta policial, los ladridos del perro cesaron… Voltee de nuevo hacia el animal, que yacía recostado en el asfalto con las fauces abiertas…
Aun respiraba.
